Yo no sé por qué mi Dios le regala con largueza sombrero con tanta cinta a quien no tiene cabeza. Adónde va el buey que no are, responde con prontitud, si no tenéis la contesta prepárate el ataud. Vale más en este mundo ser limpio de sentimientos, muchos van con ropa blanca y Dios me libre por dentro. Yo te di mi corazón, devuélvemelo enseguida, a tiempo me he dado cuenta que vos no lo merecías. Hay que medir el silencio, hay que medir las palabras, sin quedarse ni pasarse medio a medio de la raya. Yo suspiro por un Pedro, cómo no he de suspirar, si me ha entregado la llave de todo lo celestial. Y vos me diste el secreto de chapa sin cerradura, como quien dice la llave del tarro de la basura. Déjate de corcoveos, que no nací pa´jinete, me sobran los Valentinos, los Gardeles y Negretes. Al pasito por las piedras cuidado con los juanetes, que aquí no ha nacido nadie con una estrella en la frente. Discreto, fino y sencillo son joyas resplandecientes con las que el hombre que es hombre se luce decentemente. Alberto dijo me llamo, contestó lindo sonido, más para llamarse Alberto hay que ser bien "albertío".
Yo no sé por qué mi Dios le regala con largueza sombrero con tanta cinta a quien no tiene cabeza. Adónde va el buey que no are, responde con prontitud, si no tenéis la contesta prepárate el ataud. Vale más en este mundo ser limpio de sentimientos, muchos van con ropa blanca y Dios me libre por dentro. Yo te di mi corazón, devuélvemelo enseguida, a tiempo me he dado cuenta que vos no lo merecías. Hay que medir el silencio, hay que medir las palabras, sin quedarse ni pasarse medio a medio de la raya. Yo suspiro por un Pedro, cómo no he de suspirar, si me ha entregado la llave de todo lo celestial. Y vos me diste el secreto de chapa sin cerradura, como quien dice la llave del tarro de la basura. Déjate de corcoveos, que no nací pa´jinete, me sobran los Valentinos, los Gardeles y Negretes. Al pasito por las piedras cuidado con los juanetes, que aquí no ha nacido nadie con una estrella en la frente. Discreto, fino y sencillo son joyas resplandecientes con las que el hombre que es hombre se luce decentemente. Alberto dijo me llamo, contestó lindo sonido, más para llamarse Alberto hay que ser bien "albertío".